
Según el Sistema Europeo de información sobre los incendios forestales, el año 2025, se ha convertido en el peor de los últimos años, quemándose más de 400.000 hectáreas de terreno; además de por el número de fuegos abiertos, por la virulencia de estos, además de por su enorme magnitud, al superar algunos de los mismos la capacidad de extinción tradicional, al crear en ocasiones sus propias condiciones meteorológicas, o pirocúmulos. Su origen está relacionado en más de un 90% por accidentes o negligencia del individuo, a lo que se suma unas condiciones climáticas singulares, con una enorme sequia prolongada, junto a olas persistentes de calor, además de vientos que fluían desde cualquier parte del horizonte, acunando y dando vida al fuego, provocando todo ello en su conjunto, un escenario propicio, en el que el estado del bosque, generaba un motivo especial para quemarse, de aquí que la prevención, algo que depende en exclusiva de la iniciativa humana, deba de considerarse la protagonista especial en términos de prevención.
Una gestión activa en la prevención de los fuegos, tiene como objetivo esencial la reducción del riesgo de estos incendios, tan numerosos como virulentos, pasando por la limpieza del suelo del bosque o sotobosque, ese follaje de hierbas y arbustos que siempre han sido el rico pasto de los rumiantes, bovinos, ovinos, caprinos y caballar, amparados en una ganadería extensiva. La poda y limpieza de los arboles, así como su ordenación mediante una tala bien dirigida, y la creación de grandes espacios limpios, de unos cincuenta metros de anchura, que impidan la progresión del fuego, incluso la plantación en sus límites de arboles de difícil combustión, es el objetivo. Pero obviamente, esta operación requiere de un presupuesto, que entre los años de 2009 al 2022 ha caído de un 47% a un 30%, cuando la gestión de los montes todos sabemos, que no supone jamás un gasto, más bien crea riqueza, entre otros aspectos; disminuyendo en una proporción muy elevada los incendios, protegiendo la biodiversidad e incrementando la mano de obra, además de fijar las poblaciones, pensemos simplemente la riqueza que supone la madera, para la construcción, el mobiliario en general, además de como creación de la energía renovable como biomasa forestal. Es sencillamente vergonzoso, que siendo el segundo país europeo con mayor superficie forestal, importemos gran parte de la madera que consumimos.
Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2025
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